viernes, 1 de noviembre de 2013

Hoy hace 3 años

        Hoy hace tres años empezó la peor experiencia de mi vida. La cuenta atrás hasta la llegada del fatal día 6 de diciembre en que murió mi padre. Así, en un mes, gozando de una perfecta salud... Primero fue una bronquitis, luego resultó tener un pulmón encharcado... Dos semanas después era un cáncer terminal. Día 6 de diciembre dejó de respirar y murió ahogado por el cáncer que contrajo como fumador de dos cajetillas diarias de Ducados negro. Vale la pena pensar en si seguir fumando sólo si queréis pensarlo. Respeto todo lo que cada uno decida hacer.

         Desde 2010 en que la muerte se llevó a mi padre las fechas son terribles y para una persona como yo que tiene la fortuna de tener tan buena memoria para todo lo emocional resulta muy duro. Detesto recordar con igual intensidad lo bueno y lo malo, pero así es...

Desde que me ha pasado esto he sido dos cosas y me cuesta mucho aceptarlas y perdonarme. Muy egoísta y muy miserable.

He sido muy miserable por no poder alegrarme por los demás en sus alegrías ni celebrarlas con ellxs, por no aceptar que la vida sigue y que aunque yo estuviera pasando por el peor momento de mi vida a los demás les pasaran cosas maravillosas. No concibo nada más miserable que no sólo no poder alegrarse por la alegría ajena, sino entristecerse por la felicidad de los demás y yo hice eso. Pero no me salía sentir otra cosa.

Una de mis mejores amigas me invitó a su cena de graduación en su casa, con sus padres, una tarta con su foto con el birrete, sus amigxs... Vive muy cerca de mí. Le dije que tenía una cena y que no podía ir. Ella nunca ha sabido que me quedé en casa llorando. No podía enfrentar ni asumir que ella tenía unos padres vivos que la mirarían llenos de orgullo y amor mientras cortaba su tarta de graduación y que yo nunca tendría eso. Y no sólo eso, es que nunca más tendría un padre vivo. Considero por tanto muy mísero no poder alegrarse por el bien ajeno. Sólo puedo defenderme diciendo lo mal que me sentía, lo descorazonada y deprimida que estaba. Esta sólo es una anécdota de tantas fiestas, cumpleaños, graduaciones y celebraciones a las que he faltado y que por supuesto nadie se merecía lo mal que actué no estando.
He sido muy egoísta porque no podía ver más allá de mi dolor, ni estar por nadie, ni siquiera sabía y lo he ido aprendiendo en estos años, estar por mí misma. Sólo puedo disculparme y defenderme diciendo que no deseo que nadie sepa nunca lo que es que la vida te quite a un padre como al mío en un mes... Independientemente de lo que decidan los demás para conmigo y nuestra amistad, tengo que perdonarme por ello y dejar de sentirme culpable. Un día de estos...


Sé que me está quedando un post muy lúgubre y triste, pero ayer me sentí contenta conmigo misma y quería compartirlo porque sentí que todo el esfuerzo que llevo haciendo para recuperarme en estos años está dando sus frutos. Ayer noche de Halloween pude salir y pasarlo bien, dentro de lo que cabe, por primera vez en mucho tiempo y siendo la víspera del inicio de mi tragedia.
Por influencia cultural o por mi propia personalidad (no voy a culpar a nadie de mis sentimientos de los cuales soy plenamente responsable) sentía inconscientemente que mi sufrimiento por la muerte de mi padre probaba mi gran amor de hija. Es algo que en occidente está muy grabado en el inconsciente colectivo, parece que los duelos insuperables prueban mayor y más fuerte amor, cuando bajo mi punto de vista discutible sólo prueban un mayor trastorno por duelo patológico... Esta parrafada es para decir que me sentía culpable por salir, por vivir, por celebrar, mientras mi padre estaba muerto e incinerado. Y ya sé que él querría verme salir y divertirme, mejor que yo no lo sabe nadie, pero no me salía. No podía ni me apetecía, me daba ansiedad irme dos manzanas más lejos de mi casa (que no fueran para ir al gimnasio de la UIB).

Ahora que estoy con un pie fuera de mi tierra para irme lejos estoy cosechando lo bueno y también malo que he sembrado. No ha habido sorpresas porque soy mucho más dura conmigo misma que con los demás -(lo cual es mucho decir y quien me conoce lo sabe)- y por lo dura que soy conmigo, opino que no me merecía por lo mísera y egoísta que he sido que nadie estuviera conmigo para despedirme, o al menos muy poca gente. He fallado a muchas personas pero eso ya no puedo cambiarlo, y en lugar de devolvérmelo, va el Universo y me concede que mis amigxs vengan a mi fiesta de despedida y que ayer, que era un día muy difícil para mí, sin ellas saber la fecha exacta de mi tragedia, mis amigas, estuvieron pendientes de mí estando de fiesta y me preguntaron en todo momento si estaba bien ya que me veían muy seria. Traté de distraer su atención como hago cuando se trata de este tema para no hablar y romperme y normalmente funciona, pero que no funcione con ellas significa que algo profundo estamos construyendo entre nosotras. O así lo siento yo al menos, espero que no en solitario.

No sé si merezco lo bueno o no que me está viniendo, soy muy dura conmigo y sigo pensando que no lo merezco por haber fallado tanto, pero mereciéndolo o no, estoy muy agradecida al Universo y a la vida.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Ya es hora de que empieces a creer en ti y a entender que eres una gran persona y que cualquiera que te conozca debería sentirse muy orgulloso/a de haber tenido ese placer, por que verdaderamente personas como tu son lo que hacen falta en este mundo, espero que Londres te aporte mucha energía y experiencia en tu vida y que a pesar de estar tan lejos, sigamos teniendo contacto, por que sin ti, la vida es muy aburrida :) <3 Te quiere, tu amigüita Ana Isabel Navarrete Jiménez.

Publicar un comentario