miércoles, 8 de mayo de 2013

Sobre los refugios y el deporte

       Estaba sobre la máquina elíptica y pese a que el sonido del mp3 llenaba mi cabeza con música que incitaba a todo menos a pensar, la mente siempre sigue sus propios derroteros.

Entonces pasó una chica, unos 22 años, una mujercita de esas con mucho estilo, un estilo que trasciende las lindes de ir al gimnasio con ropa deportiva, llevaba unos leggins de estampado étnico como hechos para ella, y unas zapatillas negras de deporte, similares a las tipo Victoria, muy especiales, jamás vi a ninguna chica con unas iguales en el tiempo que llevo yendo al gimnasio. Melena larga y negra, piel cetrina, no pasaba desapercibida. Llevaba unas gafas de sol wayfarer colgadas del escote de la camiseta.

Me gustan esas gafas en bastantes personas menos en mí. Los años que hace que vivo conmigo misma y como me cuesta aceptarme del todo físicamente... Pero no es eso, es que a mí no me quedan bien, tengo cara de luna llena, nunca menguante... Siempre la he tenido. Es curioso lo bien que quedan esas gafas de sol a los hombres de mediana edad. Siempre me han parecido gafas de padre. El padre de Tessa las tiene y le quedan de cine. Me pregunto como les quedarían a los padres de jóvenes, mi padre estaba guapísimo con las wayfarer, le quedaban sorprendentemente bien ¿debió de tener esas gafas de sol de joven o el modelo aviador?, ¿tenía gafas de sol de joven? ¿las usaba? Entonces entra la imagen de él en la óptica, mientras mi hermana se probaba las trigésimo cuartas gafas sin decidirse, él se probó las wayfarer mientras yo le decía que eran el último grito, que estábamos copiando a su generación en los estilismos. Hizo un gesto gracioso, una payasada típica de mi padre para indicarnos que estaba posando con las gafas de sol, no pude evitar decirle lo guapo que estaba. Recuerdo la vergüenza que le daba que le dijeran algo así, era bajito, motivo por el cual nunca se sintió guapo, como si eso estuviera reñido con la belleza... Las gafas le quedaban muy bien, mi hermana y yo estábamos tan convencidas que le insistimos en que se las comprara pero él , como siempre, sólo quería caprichos para nosotras no para sí, me preguntó si las quería yo... Pudimos habérselas regalado, a finales de este mes sería su cumpleaños, ahora ya es tarde. Siempre haciendo el payaso, era muy gracioso.


        Recuerdo seguidamente que en el hospital cuando le dieron la primera sesión de quimioterapia, se dio un tirón en el pelo cuando le quitaron la vía, -(comprobando si ya se le empezaba a caer, pero justo acababan de darle la primera quimio)-. Yo le pregunté, que si se le caía el pelo a ver si querría pañuelo o peluca. No por quedarse calvo, sabía que eso no le importaba, no era presumido. Pero pensé que tendría frío en la cabeza. Él, ni corto ni perezoso, cogió una toalla que había sobre la cama, se la enrolló en la cabeza y me dijo: "yo con esto y unas frutas encima a lo Celia Cruz" y puso los brazos en cruz imitando el recurrente paso de baile salsero de agitar hombros y pecho...


Se ha perdido tantas cosas...


        Voy a llorar, pero estoy en el gimnasio por la tarde, hay mucha gente y buena luz, verán que lloro sobre la elíptica. Como tengo un nudo en la garganta empiezo a pedalear como si no hubiera un mañana, llego a las 175 pulsaciones por minuto y me quedo ahí reprimiendo el llanto, pensando en por qué he ido al gimnasio esa tarde, repitiéndome que si sigo pedaleando estaré bien, que luego voy a danza africana, que me encantan las trenzas de mi profesora y su sonrisa de boca grande. Y pienso en la sonrisa de mi padre con la toalla en la cabeza, en una habitación de hospital, al final de su vida, al principio de su muerte, pero pedaleo más rápido para no llorar, para calmar la ansiedad. Pienso que luego iré a bailar hip hop que la música me gusta, que me encanta, que no tengo ni puñetera idea de bailar, pero allí me siento bien y formo parte de un grupo de personas. Somos mucha gente y todos escuchando la misma música, todos bailando a un mismo son. Quiero irme a casa pero me recuerdo por qué he ido al gimnasio. Pienso en Million Dollar Baby, siempre pienso en esa escena de la película cuando no puedo más en el gimnasio, sentí mucha empatía con ese momento.

“[...]Mi padre murió y mi madre pesa 142 kilos, si pensara con claridad volvería a casa, me buscaría una caravana y me compraría una freidora y galletas. El problema es que sólo me siento bien con esto, si soy demasiado mayor ya no me queda nada, ¿es suficiente realidad?”

     Quiero irme a casa pero no debo, hoy me he prometido tres clases, mi lado salvaje pide venganza por la muerte de mi padre, pide expresión física, los ritmos negros de danza africana me sintonizan con mi lado salvaje, esa música tiene un efecto de comprensión sobre mis emociones que me lo dan muy pocas cosas y personas, tengo que ir a esa clase o me daré a las fresas con chocolate en casa y a pensar en lo puta que es la vida por quitarme a mi padre mientras mi madre ronca dos paredes más arriba que en la que yo engullo fresas en bata y pijama. Me repito que no hay soluciones fáciles a problemas difíciles y que el movimiento lo estoy demostrando andando. Una parte de mí, la gruñona Rotenmeyer, me dice que de todos modos de nada sirve lo que hago en el gimnasio, que mi padre está muerto, que la vida es una mierda... Pero la otra sigue a 175 pulsaciones y no piensa dar tregua. Además voy a ir a danza africana y además luego a bailar hip hop. He hecho cosas más difíciles que resistir a llorar en el gimnasio, mucho más. Llevo 55 minutos corriendo sobre la elíptica he notado que la chica de al lado me miraba pasmada tratando de disimular, también un joven que hacía abdominales llevaba un rato mirándome...


    Me voy a danza africana y lo doy todo pese a que estoy cansada, deprimida, nerviosa, inquieta por mis pensamientos. No tengo ganas pero estoy sonriendo, me sale solo, ¿será verdad lo que dicen de las endorfinas? Segunda clase superada, aun quiero irme a casa. Nadie se puede imaginar como me siento ni entenderlo, no hay mucha gente de mi edad sin padre y con una madre que salvar, es una situación que ocurre a los cuarenta o cincuenta. Por eso mi hermana acostumbra a llamarme vieja.


Va a empezar la tercera clase, la haré y me iré a dormir, no quiero saber que el mundo existe sin él.

Entonces entra un aluvión de gente en la sala, mucha más que habitualmente. Voy a hacer algo nuevo, me voy a poner en primera fila. Me da vergüenza, en primera fila todo el mundo puede observarme, observar mi cuerpo y sus defectos, tengo el espejo delante. Los espejos son los enemigos de las personas que no nos aceptamos, me cuesta enfrentarme a los espejos, y en el gimnasio más. Pero voy a aumentar la dificultad del momento y a aguantar el tipo en primera fila. Mi Rotenmeyer interior me recuerda que bailo arrítmicamente, que no tengo ningún talento ni estilo para el baile, que no es lo mío y que en primera fila todo el mundo me verá errando mientras bailo. “Igual hasta se ríen de ti, mejor vete atrás” me espeta. Yo paso de ella, estoy tan triste que ya ni me duele que me recuerde que soy un pato mareado bailando.

Están entrando todos los profesores de baile en la sala, la de africana que ya estaba dentro, el de hip hop, la de moderno, la de danza oriental y bollywood...

-Oye perdona ¿hay alguna clase especial y yo no me he enterado?-le pregunto a la chica de detrás mía.

-Sí, hoy es la master class de zumba.

“No vas a resistir, no has hecho zumba en la vida. No te vas a sentir mejor por quedarte. Vete a casa, no vas a estar más guapa ni esbelta por quedarte. Siempre serás graciosa, no pidas más. Por lo menos ten vergüenza y vete atrás para que nadie te vea, delante se ponen los que saben y las guapas que hacen de un grácil movimiento de brazo un paso sexy”.


Mi mitad sana piensa en irse a casa también, Rotenmeyer la está tratando de contagiar, me teletransporto, en casa estará todo por hacer, todo como lo dejé. Estará todo oscuro, se oirá el televisor, mi madre estará en la butaca roncando, da igual que sean casi las ocho de la tarde... Entonces me dice: “¿te vas a ir a casa para ver eso?, esto es una nueva experiencia ¿por qué no la pruebas y luego ya me dices que no puedes y que no te gusta?”. Le doy la razón a mi parte sana y mando a Rotenmeyer a rezar el rosario un rato, con su chal de lana y su moño.


Observo en rededor, somos mucha gente, espero que no me miren, todos disfrutando de la misma música; una música que invita al movimiento, a bailar, al ritmo, a sentirse vivo. Los profesores están animando a toda la clase llevando la batuta del baile. Me sorprendo de captar casi todos los pasos y poder reproducirlos, para mí es importante porque no me he marchado, me he quedado y me he atrevido a colocarme en primera fila; el lugar de las guapas y los/as que saben de qué va la clase en cuestión. Pienso menos en mi padre, motivo por el cual prefiero las clases dirigidas a dedicarme a pensar en la sala de máquinas.

      Me siento muy bien de repente y estoy tan agradecida de sentirme así por fin que me emociono y se me saltan las lágrimas pero sigo bailando porque llorar en público aunque ahora sea de alegría, no me gusta.


    ¡Bien! un día más lo he logrado, al menos me queda eso para mí, si me hubiera ido a casa, si hubiera cedido a Rotenmeyer no habría podido participar de esa clase grupal de zumba, ni de las divertidas risas de mis profesores

He tapado la boca un día más a todos/as los que me insisten en que debería tomar antidepresivos o tranquilizantes. Es muy importante para mí no haber caído en las redes de los primeros, me siento muy orgullosa de sobrevivir sin ellos de haber sido fuerte para ir en contra de todos (familia incluída) los que me decían cosas tan constructivas como "si los tomaras ya te habrías licenciado". Me enorgullezco de no caer en la solución fácil al problema difícil. Un día más he hecho algo sano por mí y por mi cuerpo. Un día más no me he refugiado, en beber, fumar, comer, salir sin ganas, en un amor de pacotilla por no estar sola, en comprarme mucha ropa y calzado que no necesito u otros cuatro bolsos más y pastillas para dormir. Un día más he sido luchadora, fuerte y valiente y mañana más de lo mismo.



    Me siento feliz de no rimar tristeza con cerveza como antes, de ir contracorriente, de pelear por lo que creo que es enfrentarme a mis poderosos demonios y no caer en los refugios fáciles que conozco tan bien. Esos refugios que atrapan, que no te sueltan, que están muy cerca. Los conozco bien me quedé unos años en ellos y cada día, cuando hago deporte pienso en “million dollar baby”, pienso en por qué no voy a volver a esos falsos refugios. Para la tristeza no tomo prozac, ni valium, ni diazepan. Tampoco soy de esa gente de “bueno, solo es media pastilla” y eso es importante para mí. ¡NO! Ni una pastilla ni media para reír químicamente, quiero hacer este camino nítidamente, en lo bueno y en lo malo. ¿Qué pasa por arrojarse al suelo a llorar el luto y gritar por qué puta jugada del destino mi padre no está más en el mundo? No pasa nada, hay que ser valiente para romperse así literalmente y recomponerse sin ayuda química, eso quiero hacer y eso hago.



Para la tristeza tomo tres raciones de gimnasio. Mucha gente me dice “es que yo no tengo tiempo” pero “quien quiere hacer algo encuentra el medio, quien no quiere hacer nada siempre encontrará excusas”. Es un paso difícil el del deporte, yo me negué muchos años a darlo, siempre encontraba excusas. Es la solución difícil, la que al principio da pereza, pero cuando me atreví a cruzar eso y traspasar la pereza, las excusas y de refugiarme en; "es que no tengo ganas de hacer nada” encontré un aliado para no sucumbir al extendido consumo de “happy pills”-(pastillas de la felicidad para los que somos de la LOGSE). Mi aliado el deporte es el mejor refugio que he encontrado y no daña mi salud ni mi economía como los demás. Me ayuda a luchar por ser feliz al natural.




12 comentarios:

Carmen Bécares dijo...

Por lo menos..... Te queda el deporte!
Un besito, guapisima

Julieta decide vivir dijo...

Desde luego y no es poco :-) un beso.

Anónimo dijo...

Me ha encantado el relato, y como luchas por tu vida. Mucho ánimo, Julieta!

Julieta decide vivir dijo...

Muchas gracias anónimo, en estos momentos todos estamos luchando de una forma u otra. Me alegra que te haya gustado, un beso.

Anónimo dijo...

Me ha conmovido mucho tu historia...soy estudiante de la uib tb y hace poco más de un año perdí a mi padre que era lo que más quería. No "tengo" madre ni hermano que cuide de mi y tuve que salir adelante y como tú dices sin recurrir a la solución fácil. en mi caso me faltaba tiempo para ir al campus esport aunque estaba apuntada(he sido siempre deportista) pero me refugié en licenciarme y trabajar. lo conseguí y se que mi padre estaría orgulloso, igual que el tuyo por todo lo que haces. tu caso es digno de admirar y te mando todo mi ánimo. Es algo q nunca se supera y que no deja de doler pero no por ello hay que rendirse. un abrazo enorme y no dejes de luchar

Anónimo dijo...

Enhorabona!
Jo també som partidari de deixar la medicació com a darrer recurs en aquests casos. La força de voluntat com la que tu tens és molt important i si has estat capaç i has aconseguit fer això els primers dies, segur que ho podràs superar :)
També pens que l'esport és una bona teràpia per a moltes coses (la felicitat, sentir-se bé amb un mateix, l'autosuperació, dur una vida sana, tenir un oci no consumista...) Així que molts d'ànims i a tirar endavant!

Anónimo dijo...

Felicitats! crec que has fet molt bona tria decidint-te per fer esport per a sentir-te millor amb tú mateixa i carregar-te d' endorfines.He vist a moltes noies amb problemes parescuts al teu, soretot em recordo molt d' un cas d' una noia que vivia a Girona que també se li havia mort el seu pare.Aquesta noia en qüestió prenia prozac i altres medicacions fins el dia que va decidir fer el canvi i enaganxar-se de forma sana a l' esport.Ànims i segueix lluitant per passar el dol i tornar a estar bé amb tú mateixa.

Julieta decide vivir dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Julieta decide vivir dijo...

Moltes gràcies pel teu comentari. Fa dos anys que duc a la pràctica tot el que he comentat a l'entrada. Estic molt contenta de que em recolzis en el fet de no haver volgut fàrmacs per superar això, de tot cor gràcies.

Julieta decide vivir dijo...

Moltes gràcies, jo pens que quan vaig perdre mon pare (al cel sia) jo només tenia 23 anys, es ben cert que era molt jove per perdre un pare tan jove, però també es cert que la humanitat sempre ha perdut els seus pares si fos res insuperable la societat mateixa seria una victima, més enllà una societat victimitzada i per tant una societat morta. Tothom em va insistir en prendre pastilles, però tan sols allarguen el problema i el camuflen creant a sobre de la desgràcia una dependència. Em va sembrlar un drama la seva mort, però una magnífica oportunitat per fer-me forta al preu que fós. Gràcies pel teu recolzament i els ànims.

Julieta decide vivir dijo...

Muchas gracias por tu apoyo, sin duda por lo que me cuentas comprendes mi dolor. Me alegro de que te hayas refugiado en algo positivo como el estudio (cosa que yo debería hacer más) y el trabajo puesto que ambas cosas son refugios sanos y no tóxicos como son los fáciles y recurrentes... Tengo que decirte que en mi caso hace ya dos años y pienso que sí es algo que se supera aunque lleve mucho tiempo. Si quieres ponerte en contacto conmigo por privado en facebook o twitter profundizamos en el tema. Muchas gracias por tu apoyo y ánimo a ti también.
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Anónimo dijo...

Hola Julieta. No te conozco ni te conoceré probablemente, pero quiero que sepas que me has hecho llorar... no he leído un blog en mi vida y por casualidad he llegado a este, que no conocía, he leído dos textos y me he echado a llorar. Nunca he perdido a nadie, mi padre vive, nunca he sentido nada de lo que dices hasta que lo he leído. Y ahora quiero decirte que lo siento, de verdad que siento de corazón que tu padre (estoy llorando), que tu padre esté muerto. No me cabe la menor duda de que vas a ser muy feliz porque aunque no te conozca ni te vaya a conocer, entre las líneas que escribes se entrevé una persona que tiene todo lo que necesita para serlo. Ahora voy a secarme la cara y a seguir estudiando; sólo quería decirte que hacía meses y meses que no lloraba y hoy lo he hecho por tu padre. Beatriz

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