martes, 14 de mayo de 2013

Fuimos tres en tu cama





Cuando a ella la llamabas por mi nombre, le elegías la ropa que a mí me gustaba, la convenciste de lo femenina que la hacía mi rosa favorito. Le sugeriste usar mi perfume.

La empujaste a depilarse las cejas y a hacerse mi corte de pelo, le sugeriste que se dejara melena.

Luego se aclaró el pelo para parecerse más a mí, después ella copiaba mi maquillaje para gustarte. A mí me elegías la ropa que ella se pondría y a ella la mía, de pronto me llamaste por su nombre.



Cuando quisiste que ella hablara con mis palabras, que tuviera mi sentido del humor para divertirte. La metiste en tu casa, le dejaste la ropa que me dejabas a mí. Le presentaste a la familia que me presentaste a mí, la sentaste en tu mesa, en las mismas fechas que me echaste de allí.

Señalaste en veinticuatro horas por qué puerta debía irme porque ella entraba por la otra para quedarse. La hiciste una más en tu grupo, le regalaste a nuestros amigos, lo que me robaste se lo diste a ella como si fuera nuevo. Como si fuera su premio por llegar cuando ya todo pasó, cuando ella ya había muerto. Cocinabas para ella lo mismo que para mí los mismos días que antes a mí; yo cocinaba sola, lo mismo que para nosotros unas calles más abajo, mientras lloraba frente a tu plato preferido... Luego me mandaba mensajitos tontos mientras lloraba por ti con un chico que me hacía caso porque un clavo iba a sacar otro clavo... Después me dormía y tenía pesadillas.



Cuando no te bastaba su conversación así que le sugeriste que leyera los libros que yo me había leído. Me confesabas que querías mi inteligencia para ella como si la mía ya no estuviera ni yo tampoco.



Cuando mientras estudiábamos ponías tu mano en su espalda, como antes en la mía, yo vomitaba a escondidas mi ansiedad por perderte pero me parecía de lo más normal... No te iba a decir nada, no iba a atarte nunca, tú nunca ibas a abandonarme, nunca debimos decir siempre, siempre resultó ser nunca.



Cuando la paseaste por los mismos sitios que a mí, pero tú y yo llevábamos años paseando, así que tenías que darte mucha prisa para borrar todo, tantos años de nosotros debían ser borrados con ella. Le atusabas la melena por la calle de camino al bar de siempre, al de cuando éramos pequeños y podíamos estar cenando juntos y charlando hasta tarde, para robarnos besos en los portales, revolvías su melena como revolvías la mía, pero erraste en cabello y en la chica ella nunca fue yo ni lo será, te exhibías públicamente con ella para convencerte de lo normal que era lo qué hacías.



Cuando la acostaste en la misma cama que a mí pero no fuiste feliz, entonces elegiste mi cumpleaños para hacérmelo saber y culpabilizarme por ello pero te fuiste a celebrar el de ella. Me culpabas de no ser felices y en ese trío estuvimos, tú por no saber y yo por querer. Irónicamente en ese momento fue cuando menos fuimos tres en tu cama...



Cuando no entendía porque querías un avatar de mí con el que ser feliz si yo te producía tanta desazón y desdicha. Nuestra historia se quemó en la biblioteca de Alejandría el día que me dijiste que yo no había sido nadie, que todo era una broma y a mí me doliste como si lo hubiéramos sido todo. Pero ya sabes que tengo mucha imaginación y me creí tu broma, ¿cuánto tiempo se ríe una chica por una broma de siete años?



Nunca tuve la culpa de tu duelo patológico anticipado, ni de querer al hombre que eras; primero para mí, después para formar una familia. Yo quería a un hombre que mira a la muerte y no se esconde en las faldas de mi avatar por no ser lo bastante hombre como para mirar a su otra mitad y decirle, “vete niña que ya no te quiero”. Quería un hombre lo bastante hombre como para llorar la pérdida de las faldas de mamá y a mamá. Quería al hombre del que me enamoré y no al que perdía a escondidas en la boca de otra. Quería a un hombre que no viviera con el miedo al cáncer y a la muerte, quería un hombre que se hubiera curado para ser un buen padre, el padre que él quería ser conmigo. Espero que con cada “te quiero” dedicado a ella hayas borrado ya cada recuerdo como me demuestras. Espero que hayas de verdad olvidado que cuando ella dejó de respirar yo te abrazaba porque no querías contigo a nadie más y espero que de verdad tú hayas olvidado que miramos a la muerte juntos en silencio. Espero que hayas olvidado que tu dolor fue mi mayor dolor y que todo lo hice para salvarte fue porque tú me lo pediste y yo te quería. Espero que ella te haga padre de los cuatro hijos que querías conmigo y te maldigo con que no tengan nunca mis ojos que tanto deseabas en nuestra descendencia, porque mis ojos no se los puedes dar y eso se te pasó por alto viejo amigo cuando creabas mi copia en ella, vistiéndola como a mí y acostándola en tu cama mientras te preguntabas que hacías. Pero tú a lo tuyo, que yo aun me río de la broma.



Quiero que algún día sepas que mientras el avatar que has creado de mí iba de flor en flor dándose a la mala vida que tu detestabas en toda mujer y ella me lo contaba todo, yo cuidaba de ti y de tu familia poniendo en riesgo mi salud física y mental sin que ello me importara porque te quería así y no sabía querer de otro modo. Estaba tan necesitada de amor que no me preocupó mi salud, ni mi tiempo, ni mi dolor, sólo quería parapetar tu golpe porque yo entendía el amor así. Ella se gastaba el saldo en deciros a todos que os quería, no puedo competir...



Cuando mientras yo secaba tus lágrimas dentro de un velatorio, te estrechaba la mano y te escondía mi cansancio de haber sido durante un año tu encantada y enamorada sirvienta, ella y sus amigas me criticaban porque ella no podía estar ocupando mi sitio (si hubiera hecho sólo la mitad que yo, apuesto que nunca ella lo hubiera deseado y tú jamás te habrías atrevido a hacerme tanto daño) se pasaron todo el velatorio inquiriendo a mis amigos a mis espaldas que a ver qué pintaba yo. Francamente, en eso hoy estaríamos de acuerdo, dado como pasó todo después y como terminaste conmigo no sé que pintaba yo allí.

Quiero que sepas lo que es justo y es que mis crímenes para con ella fueron ser quién fui en tu vida y estar presente en una muerte que me dolió como de mi sangre y lo peor es que si te queda algo de corazón tras las costillas lo sabes... Nunca quise un primer plano en un funeral pero me lo hicisteis todos porque me queríais o eso decíais y me pregunté muchos años después qué suerte de amor olvida tan pronto haber compartido tanto. Me colocasteis allí y yo me dejé porque me parecía normal y necesario. Si ansiaba ese primer plano era en nuestra planeada boda, con alguno de los vestidos que habíamos mirado juntos, quería un primer plano en nuestro viaje a París, en nuestra noche cenando por el Sena. Quería escuchar tus rarezas sobre que el río huele raro y que el barco te mareaba... Ella quería un sitio ante una muerte, sin trabajo, ni sacrificio, ni amor alguno. Ella quería mi sitio, tú me derribaste para dárselo gratis. Yo quería que tu dolor fuera mío y es justo que lo sepas.



Pero sigue llevándola a restaurantes rosas que a mí me encantarían, sigue mintiéndote tan bien como empezaste a hacerlo en esa época y sé muy feliz con ella para que todo esto tenga sentido. De verdad sigue fingiendo que eres feliz porque tienes novia y que ella no se ha muerto que en un tatuaje llevas el dolor que te causó su partida.



Yo seguiré tratando de escapar a la rabia que siempre me alcanza, seguiré tratando de perdonarme por haberme dejado hacer tanto daño en nombre del amor. Porque todo este reproche no te lo hago a ti sino a mí que no me perdono esa flaqueza, esa humillación, no me perdono haberte querido y no me perdono entender como entiendo todo lo que haces. Quiero perdonarme por haber llamado amor a la servidumbre y la prostitución emocional, necesito hacerlo para creer que de verdad volveré a querer no de igual modo pero si a vivir un gran amor y no un Hacendado. Quiero saber engañarme tan bien como lo haces tú, pero no me sale...

0 comentarios:

Publicar un comentario